Este año por diferentes motivos ha tocado desconectar del carnaval, pero ya que quedaba pendiente de mostrar el disfraz del año pasado, ¿Qué mejor día para hacerlo? No es de Cupido pero a ver si consigo que os enamore el estómago.
La víspera a una comida inesperada opté por unir diferentes disfraces y decoraciones para diseñar el disfraz de Míster Cocido o, como diría mi hijo, de caldo (será que ese año los carnavales también fueron pasados por agua….).
Así que tirando de un disfraz de corte victoriano de hace más de 20 años (obra de mi madre, sorprendente que aun consiguiese meterme en él), una chistera y varios elementos decorativos que tenía de diversas decoraciones, ¡disfraz terminado!
El barrilete de vino me vino muy bien para adaptarlo como bolso. Ahí llevaba todos los objetos personales.
Y con los grelos, patatas, cacheiras y chorizos del «Mercado do Cocido de Lalín», decoré el resto.
El porqué del bigote es algo que solo mi querida Jessy entendería. Por el momento ayuda a mantener la figura de Míster Cocido y ese juego de palabras en su significado más coloquial, para aquellos que prefieran llenar el barrilete, de un buen tinto Barrantes para acompañar.