Aunque este año los carnavales fueron un poco apurados y empezados con pocas ganas, basta con tener a un pequeñajo en tu vida y gustarte estas cosas para que, si ya por norma general, no me da la paciencia para estar parada, menos cuando lo haces por llenar de vivencias la existencia de esa personita.
A la hora de escoger la temática del disfraz buscaba, por un lado, lo que siempre busqué para mí, comodidad para poder desenvolverme sin problema y sin tener que sacarlo durante el tiempo que quisiese llevarlo y, a mayores para el niño, que fuese abrigado y sin nada en la cabeza o, como mucho, una capucha simple para el frío.
Tras una batería de ideas me decanté por los buitres de «El libro de la selva».
La idea era que el niño fuese el rubio, por lo que solo le pintaría la nariz roja y para mí haría la cabeza del calvo. Pero… ¡empecemos por el cuerpo!
CUERPO
El cuerpo del disfraz consiste en un mono entero abierto por delante con una cremallera.
El delantero del mono en gris claro y, la trasera, dividida en dos partes; la parte del pantalón en gris claro y la espalda en oscuro (de la que sale la forma de la cola cortada en zigzag para simular las plumas).
Pantalón a la altura de la rodilla y terminado también en zigzag.
Las mangas, en gris oscuro, llevan incorporadas las alas que continúan por la costura del mono en su unión con el mismo.
ALAS
Formadas por dos capas; una más larga clara por delante y oscura por detrás con la forma de las plumas y otra más corta, en verde manzana, que le aporta un poco de color al disfraz.
CUELLO
En pelo dacha blanco que, en el disfraz de adulto, va directamente cosido pero, en el de niño, va unido con corchetes para que, en caso de que le incordie, se pueda sacar.
CABEZA
Para la cabeza se utilizó el patrón de la cabeza del disfraz de Asno, pero adaptado. Sacando las orejas y variándose la forma del morro para hacer el pico del buitre.
Para el niño se diseñó una capucha sencilla en color rosa. Por norma general no es un niño que lleve bien las capuchas y los gorros, por lo que salvo por frío o lluvia, tampoco quería obligarlo a llevar necesariamente algo en la cabeza por los carnavales y que le cogiese manía al disfraz o a la fiesta en sí. Así que uno de los días tuvimos que echar mano de ella.
ZAPATOS
Aprovechando unos zapatos viejos se pintaron con spray naranja y, principalmente los del niño, quedaron graciosos con el detalle que tenían de los flecos.
Pero… ¿y el papá? el año pasado éramos tres y este año perdimos a un componente.
Este año iba en la comparsa y no me daba tiempo a prepararle ambos disfraces, pero… ¡eso quedará para el próximo post! ¡Feliz comienzo de semana!