Escaparate. Un otoño de miedo. Óptica Travesía

Llega el otoño a óptica Travesía en Vilagarcía y para ello hemos confeccionado un escaparate utilizando uno de los frutos más característicos de esta época: las castañas.

Con cartón reciclado se han diseñado las siluetas de los castaños y, con trapillo, simbolizamos el suelo, ese suelo otoñal que apreciamos con la caída de las hojas.

Y, aprovechando la misma decoración, para el Samaín, hemos añadido unas manos esqueléticas que salían de entre las hojas y una pequeña guerra de cucarachas contra arañas que, aun siendo más numerosas las primeras,creo que tenían la batalla perdida…

 

¡Feliz samaín!  Y cuidado con los zombies… de óptica Travesía han salido unos cuantos….

 

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Cuando el peque manda. II Parte: Halloween

Os había prometido que haría una pequeña entrada con la calabaza de Halloween en la primera parte de «Cuando el peque manda», así que, aunque poco fuera de tiempo, pero queriendo actualizar todas las cosas pendientes del blog… ¡vamos a ello!

Cuando le pregunté que diseño quería para la calabaza, la respuesta fue bien clara: un coche.

Así que, después de darle unas vueltas y aprovechando retales de materiales que teníamos por casa (que no son pocos) diseñamos un chulísimo coche descapotable.

Me pasé un tiempo mirando como vaciar las calabazas y como hacer para que aguantasen el mayor tiempo posible y, tengo que decir que, en ese sentido, o no lo hice bien, o no me sirvió de mucho…..

Primero dibujamos el coche para saber por donde cortar (aunque luego las líneas que cogimos como referencia fueron las mías 🙂 ).

Después había leído que, para que aguantasen más tiempo, había que intentar sacar la mayor cantidad posible de carne dejando la superficie lo más fina posible, meterla en agua con lejía y dejarla a secar en un sitio ventilado hasta que estuviese completamente seca. Nuestra calabaza empezó bien pronto a pudrirse… ¡así que algo hicimos mal!

Para esta tarea estuvimos los dos, a su manera fue vaciando la calabaza y yo se la rematé.

Con dos trozos de varillas roscadas se hicieron los ejes, que el pequeño se encargó de colocar en los agujeros realizados previamente y, con tuercas y DM, hicimos y ajustamos las ruedas.

El abuelo y yo le cortábamos las piezas y él se encargaba de colocarlas.

 

  

Con un tornillo y dos tuercas, se colocó la rueda trasera, y con medio coco, una mini granada, unos ojitos y unos limpiapipas, una conductora terrorífica (tengo que decir que esta fue idea mía 🙂 ).

Después el pequeño se encargó de pintarla con pintura de dedos y le atamos un cordelito. ¡Encantado se fue para la guardería tirando de su coche-calabaza!

Y eso que, cada 3 metros, teníamos que ir ajustando las ruedas porque, con el tembleque de las aceras, se iban desenroscando.

  

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