Este verano tuve la suerte de poder realizar mi primera decoración de mesa dulce para una boda. Y aunque tanto en temática como en decoración, los novios, me daban libertad total para su diseño, siempre hay que seguir una línea con el resto de elementos que forman parte del evento: invitaciones, centros y distribución de mesas,..
Así que después de hablar con ellos y ver el estilo que más o menos iban a seguir, una línea sencilla, a base de pequeñas flores, tarros de cristal, cuerda y materiales reciclados, opté por la madera como base de los centros de gominolas.
Aprovechando el tronco de un árbol seco, diseñamos unas bandejas con pie a diferentes alturas para la colocación de los recipientes en los que se presentaría el dulce.
Unas cápsulas de cartón duro con blondas de mariposas y unos frascos de cristal adornados con arpillera, cuerda y lazo blanco harían de tiestos para nuestros azucarados ramilletes de flores, formados principalmente por lenguas, regalices y gominolas.
¡Nuestra mesa dulce parecía totalmente un jardín en plena primavera!
Finalmente, y siguiendo la temática que llevaría el photocall, la novia preparó unos originales kits de supervivencia dentro de unas mini-maletitas para una rápida recuperación de un maravilloso día de fiesta.
¡Estoy convencida de que más de uno le agradeció el detalle!
Para el photocall se diseñaron unas maletas antiguas con cajas de cartón recicladas forradas con telas, cinturones de polipiel, hebillas,…
Y, como fondo, una loneta estampada de postales y cartas de la que colgaba una etiqueta gigante de polipiel con los nombres de los novios.
Además de los clásicos accesorios del photocall, tales como boas, gafas, cartulinas, etc. se prepararon unos marcos de madera que simulaban sellos postales. La foto con la novia el día del montaje es la única que tengo para enseñar. ¡Felicidades chicos!
NOTA: el de la foto no es el novio
Y, para terminar, el libro de firmas, propiamente dicho, no lo hubo. Lo que se hizo fue un pequeño avance de lo que después pasaría a ser el libro en sí.
Para ello se prepararon unas postales con diferentes destinos entre los que podíamos encontrar ciudades muy turísticas como París, Londres o Nueva York, espacios culturales como el «Castelo Rock» de Muros (A Coruña) e incluso lugares para perderse como «El quinto pino».
Serían, por lo tanto, los invitados, los que decidirían a que destino les gustaría «viajar».
Desde aquí agradecer la confianza depositada en mí y desear que la boda haya sido todo un éxito (que me consta que sí), que el viaje de novios les haya servido para desconectar y disfrutar y que a la vuelta se hayan encontrado con decenas de postales pendientes de leer, pues siempre es un bonito recuerdo para guardar.
¡Vivan los novios!