Después del ajetreo de las navidades, os dejo una pequeña colaboración que me quedó atrás con una amiga que lleva ya unos años metiéndose en el mundo de la fotografía, formándose y, poco a poco, ampliando el equipo a medida que sus conocimientos avanzaban.
En el caso de ella, llevaba varias temporadas llevando a los niños a las sesiones de navidad de una fotógrafa, así que, este año, ella aportaba el equipo y los conocimientos, yo la decoración y, junto con otra amiga más, con buena mano para la organización de eventos, decidimos crear nuestra propia sesión fotográfica con nuestros pequeños.
Tengo que decir que, aunque los niños de ellas están más acostumbrados a este tipo de sesiones, con los míos lo veía un reto muy complicado pero, no me digáis como, ¡lo ha conseguido!
No me gusta poner fotos de los niños, así que saldrán pixeladas las caras, pero puedo asegurar que consiguió captar cada una de las expresiones de los pequeños.
Y, lo más importante de todo, una imagen vale más que mil palabras, se lo han pasado genial. Desde aquí dar las gracias a la «animación». Una pena que no haya un espejo de fondo para ver todo lo que hay detrás de la cámara.