A falta de una semana para obtener la jubilación oficial (hasta ahora estaba PRE-jubilado), se nos ocurrió prepararle una fiesta sorpresa entre los familiares y amigos aprovechando que, este año, y en su caso, el cumpleaños venía con el mejor de los regalos.
En su día, sus compañeros de trabajo ya le habían preparado una comida propia para la ocasión, pero esta vez nosotros buscábamos algo más informal, un picoteo que sirviese de excusa para juntar a toda la familia y amigos y, lo más complicado: ¡conseguir que no sospechase!
Hoy en día con tanto teléfono, fotos y grupos de WhatsApp no es nada fácil que, de casi 100 personas que estaban al tanto, a ninguna se le escapase nada, difícil tarea que conseguimos llevar adelante y, ¡vaya si lo conseguimos! ¡SORPRESÓN que se llevó!
Y todo ello en tiempo récord.
El lugar escogido para la ocasión fue en «El Gato Negro» (Carril) donde se encargaron de preparar unos deliciosos pinchos, algo para picar de postre y una pequeña tarta en la que él pudiese soplar las velas.
Contábamos con permiso para ambientar el espacio a nuestro gusto, así que aprovechando unas bandejas de madera de otra decoración, dimos un poco de altura a la mesa.
Lo primero que se encontraría al entrar sería la pancarta de casi 4 metros felicitándolo por la jubilación, dos números de 1,10 metro de altura con imágenes de su vida realizados en porexpan a través de la empresa arlit, que representaban los años cumplidos (idea de una de sus sobrinas que desde el principio me encantó), una tarta de trapillo con los logos de las empresas en las que trabajó y, como ex-empleado de banca que es, una caja fuerte realizada con un baúl decorado con cartón, en la que se guardaron los regalos dentro de unos sacos de arpillera serigrafiados con el símbolo del euro.
Para que le quedase un bonito recuerdo del día, encargamos una libreta en «El taller de Mabel» y colocamos su «buzón de operaciones pendientes de firmas» para que cada uno escribiese la dedicatoria que desease en unas etiquetas adhesivas, previamente cortadas, que luego él, en casa y con calma, iría pegando junto con alguna foto del evento.
A mayores, y para unificar la mesa con la decoración, se repartieron en diferentes zonas monedas de euro de chocolate para continuar con la temática de la fiesta.
Finalmente, para aportar un toque de humor y tirando un poco de los tópicos que ya todos conocemos, diseñamos un photocall simbolizando la rutina de toda persona jubilada ¿quién no ha visto alguna vez a un jubilado controlando las obras?
No me gusta colgar fotos de los invitados pero tengo que decir que el photocall ha sido un éxito.
Desde aquí agradecer a los asistentes que nos han acompañado este día, a los que les gustaría haber venido pero no han podido, a los que han colaborado con la decoración, a los «ganchos» que han ayudado a traerlo a destino sin sospechar absolutamente nada y a «El Gato Negro» por su mano con la cocina y facilidades para la organización.